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  • Gris Bu

Trazando el Sabor y el Sueño: La Historia detrás de Son de la Negra.




Permítanme llevarlos en un viaje a través del tiempo y los sabores, a la creación y evolución de Son de la Negra, un rincón culinario que nació de sueños y pasión compartida.


Todo comenzó en 2016, cuando a Adriana Viramontes se me presentó un desafío en la escuela que sería el punto de partida para su futuro. Su graduación requería un proyecto de plan de negocios, y allí fue donde Adriana cristalizó su visión más anhelada: un restaurante mexicano con alma propia. El nombre, "Son de la Negra", cobró vida en honor a su madre, quien cariñosamente le llama "negrita" y la arrullaba con la canción que lleva ese nombre desde su infancia…


Años más tarde, ya inmersa en el mundo de la gastronomía, el destino la llevó a cruzar caminos con Lalo, quien compartía el mismo sueño de tener su propio restaurante. Las piezas se unieron naturalmente, y juntos comenzaron a dar forma a lo que sería Son de la Negra tal como lo conocen hoy. Sus ideas y pasiones se entrelazaron, creando una visión única para un lugar donde la autenticidad mexicana y la creatividad se fusionarían.


Los inicios, como a menudo ocurre, fueron modestos. Con recursos limitados, su padre les brindó la oportunidad de utilizar un espacio en Riberas de Sacramento. Armados con determinación y una inversión humilde, abrieron sus puertas el 29 de julio de 2019. En ese momento, era solo un pequeño rincón con un puñado de mesas y una cocinita. Su papel inicialmente era solitario mientras Lalo continuaba trabajando para asegurar un flujo constante de ingresos, dedicando sus noches a colaborar en la limpieza y la organización.


Su compromiso con la excelencia los llevó a explorar el uso del nixtamal en la cocina, una técnica que era poco común en Chihuahua en ese momento. Sin embargo, justo cuando comenzaron a incorporar esta práctica, se vieron desafiados por la llegada de la pandemia, lo que los llevó a reajustar su enfoque a la comida para llevar. Las dificultades los hicieron perseverar, ya que la gente aún no estaba familiarizada con su oferta, una cocina mexicana tradicional presentada con un toque gourmet.



Después de un período de adaptación y superación, las nubes comenzaron a despejarse. La gente comenzó a descubrirlos y compartir su experiencia, y pronto se convirtieron en los "locos" que atrevían a hacer nixtamal y llevar la gastronomía gourmet a Riberas. A medida que la curiosidad creció, su presencia se solidificó, y finalmente pudieron recibir a los comensales en su propio espacio.


A lo largo de estos cuatro años, su pasión inquebrantable y su esfuerzo incansable los han llevado más allá de las dificultades iniciales. Han pasado de operar en pequeño equipo a formar una familia culinaria: Ángel, Yolo y Gabriel, quienes comparten y entienden el amor por la comida mexicana y la pasión por la innovación.


Hoy, Son de la Negra sigue siendo un testimonio vivo de perseverancia, sueños compartidos y la belleza de la gastronomía mexicana. Cada platillo, cada aroma y cada sonrisa que comparten con los invitados les recuerda por qué emprendieron este viaje culinario.

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